domingo, 19 de octubre de 2014

¿VOTAR EN BLANCO?


Llegan las elecciones del 5 de octubre en Arequipa; hemos sido parte de una serie de mítines y campañas proselitistas en post de alcanzar un sillón presidencial, muchos candidatos se visionan para ser quienes nos representen como autoridades en merito a su ardua labor  para adentrarse en el inconsciente de la población arequipeña.
“El horario de apertura de las urnas es desde las 8:oo am hasta las 4:00 pm, el día paradójicamente se ha nublado como intuyendo la magnitud del acontecimiento a realizar, y cual confabulación de logia misteriosa y macabra, ningún votante decide acudir a las urnas en horas de la mañana, todos unidos a un frenesí generalizado, o quizá como si hubieran recibido una instrucción de un ente superior, han despojado el día del significado que implica ir a ejercer un deber, pero para ellos una opción de emitir un voto.
Movidos por una voluntad en masa, llegan las 3:00 pm, y cuando todo parecía tener un desenlace ya esperado, empieza el desplazamiento ordenado y lento hacia las urnas; ordenadamente en fila india, abarrotan los centros educativos destinados por el gobierno como umbrales del voto, la hora apremia, y la cola se hace larga, cuando empiezan a doblarse los papeles cuyo contenido secreto manifestaba el sentir del pueblo; mientras las manecillas siguen corriendo, bordean las 4:00 pm, las puertas deben cerrarse, parece ya nadie llegar, y los que conformaban la inmensa cola, se apiñan, se acurrucan apretujada mente mientras las puertas se van cerrando y ya dentro del local uno a uno va marcando en los recuadros una inhóspita decisión homogeneizada cual secta Iluminatti o del Opus Dei al momento de emitir su voto; y van saliendo ordenadamente uno a uno hacia sus respectivos hogares sin ninguna expresión facial que denote su descontento, su ansiedad o aquel acto uniforme que acaban de cometer.
El presidente y el secretario de la mesa estupefactos van contabilizando uno a uno los votos de todo el colectivo cuyo contenido dejaba anonadado al inspector para finalmente obtener el resultado final : ¡90% DE LA POBLACIÓN AREQUIPEÑA HABÍA VOTADO EN BLANCO!; dejando de lado todas las bolsas de arroz que pudieron haber recibido, los costosos anuncios publicitarios de candidatos portentosos en letreros regados por todo Arequipa, dejaron de lado los pactos de ética electoral y  los discursos grasientos para unirse en un sentir común y uniformizado de protesta democrática legitimizada en la constitución, una manera inteligente de ir en contra del sistema dictatorial camuflado bajo una democracia aparente, mientras dichos resultados rompían los cerebros de una grueso grupo de analistas políticos y politólogos tratando de encontrar alguna falla en el sistema o un déficit en las campañas electorales, algunos argumentaban que faltaba mas dinero en publicidad otros le echaban la culpa al otro partido y ese otro a aquel, pues su razonamiento nimio no se acercaba a la verdadera situación de lo que sucede.”[1]
Una vez más “El maestro Saramago” a través de su obra “Ensayo sobre la lucidez” nos otorga una simbiosis de ideas visionarias y políticas para poder descubrir un supuesto de decisión voluntariamente política respecto a las elecciones y valga la extrapolación de la circunstancia a la realidad local. No seria descabellado pensar que todos uniformados por una “lucidez repentina” intuyamos de pronto una aversión por el sistema político, una percepción negativa del gobierno o creer que estamos mal y eso no va a cambiar, no. Pues basta con pensar que podemos hacer algo distinto y diferente para mostrar legalmente nuestra disconformidad con el sistema ejerciendo plenamente un voto dentro del marco de la ley y bajo los estamentos de JNE. Con esto no fomento a que una vez llegado el 5 de octubre todos emitamos un voto en blanco ya que esa no es mi intención bajo ninguna circunstancia pero si hago el llamado a la “conciencia lucida” que todos poseemos pero que pocos explotan y recalco la importancia de indignarse frente a situación del día a día, ya sea manifestado a través de una injusticia, o quizá un acto de discriminación o ir mas allá observando detenidamente que hay detrás de un letrero o candidato con dinero.
Estamos viviendo tiempos de bonanza política subliminal que a toda costa tratan de conquistar nuestro voto con despampanantes carteles, o anuncios radiales sinceros, quizá con un llavero o con un mitin de bambalinas y música reinventada; sea cual fuere la circunstancia concomitante tenemos aun y latente nuestro sentido común, ese que nos va a dar la razón de porque emitir un voto consiente por un candidato adecuado.



[1] Un vaticinio de lo que podría ocurrir en las próximas elecciones si todos los arequipeños dotados de una repentina “Lucidez” emitiéramos un voto en blanco. A pesar de la utopía o de lo imposible del acto, el participar en un proceso electoral significa una suerte de tener en nuestras manos el destino de nuestra sociedad.